miércoles, 6 de diciembre de 2017

La crisis climática es culpa del capitalismo

El artículo curiosamente se llama “La crisis climática es culpa del capitalismo”. Es curioso en tanto y en cuanto aparece en las páginas de The New York Times. Lo traduce y reproduce el porteño Clarín, por esas cosas de los derechos. Está firmado por Benjamin Fong, un experto de la Universidad Estatal de Arizona, según se anuncia.

Allí se puede leer que el ritmo en el que la raza humana está inyectando dióxido de carbono en la atmósfera estos días, según los mejores cálculos, es diez veces más rápido que durante el final del periodo Pérmico. Es decir, aquella era previa a los dinosaurios, de extinción masiva, que dejó fuera el juego de la vida al noventa por ciento de la vida en el océano y setenta y cinco por ciento en tierra firme.

Se suele señalar para detectar las causas -dice el autor- el escándalo de diésel de Volkswagen, pero solo es uno de los muchos fabricantes de autos que deliberadamente se aprovechan de las laxas pruebas de emisiones. La culpa no es el resultado del engaño de tal o cual empresa inmoral.

Y de inmediato concluye, el verdadero culpable de la crisis climática no es ninguna forma particular de consumo, producción o regulación, sino más bien la manera en que se produce globalmente, una producción orientada hacia las ganancias en vez de la sustentabilidad. Mientras este esquema general siga vigente, la crisis seguirá y, dada su naturaleza progresiva, empeorará. Ese es un hecho difícil de confrontar. Sin embargo, desviar la mirada de un problema aparentemente irresoluble no hace que deje de ser un problema. “Debemos decirlo claramente: la culpa es del capitalismo.” Como lo enfatiza un creciente número de grupos ambientales, los hombres debemos afrontar un cambio sistémico o morir. 

De inmediato agrega “desde un punto de vista político, algo interesante ha ocurrido aquí: el cambio climático ha hecho que la lucha anticapitalista, por primera vez en la historia, no sea un problema basado en las clases”. O sea que el combate de más de siglo y medio de los socialistas se vería reemplazado por una suerte de generalizada convocatoria moral que reúne al conjunto de la especie y disuelve las diferencias. En fin. El especialista  parece haberse dado cuenta que abrió la bocota de más e intenta medir sus palabras, como para que no le hagan decir lo que no quiere decir, aunque la inercia de la lógica argumentativa ya haya hecho su trabajo.

Qué otra cosa se podría esperar del New York Times y su buena conciencia.


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