domingo, 2 de julio de 2017

El sueño del edificio propio

Llega justo cuando Juan Falú se acomoda con su guitarra. Le hubiera gustado que el sonido fuera un poco más cuidado, pero qué se le va a hacer. Finalmente no está allí, ni el músico ni quienes lo escuchan, para celebrar un encuentro artístico en  una prolija sala de conciertos, sino muy para otra cosa.

El alguna vez alumno y hoy profesor de Música en las escuelas porteñas sabe y siente que su concurrencia es una cita de honor, de esas a las que no se puede faltar. Ocurre que el colegio al que tanto le debe no tiene un edificio propio. Es increíble. Recuerda que una década atrás, cuando a él le tocó egresar, se rumoreaba que ya estaba todo resuelto, que había voluntad de los funcionarios, que era cuestión de un arreglo presupuestario y alguna firma...

En fin. El Conservatorio Superior de Música “Manuel de Falla” fue fundado en 1919, se acerca al siglo de vida; alberga a una comunidad de docentes, estudiantes y empleados de alrededor de cuatro mil personas, y hace mucho rato que languidece en una lamentable emergencia edilicia. La larga tradición en la enseñanza musical y el listado de los prestigiosos exponentes de la vida artística argentina que pasaron por sus aulas de nada sirve. El Falla esta hundido en la peor crisis de su historia.

Desde 2004 hasta la actualidad, su sede central funciona en las instalaciones cedidas por el “Ástor Piazzolla”, ubicado en la esquina de Gallo y Sarmiento, a pesar de que el lugar no cumple con las necesidades específicas de requiere el Falla y condena a todos sus habitantes a padecer un hacinamiento insostenible.

Como una forma protesta más se organizó el festival al que acaba de llegar, tarde como siempre. En la fría mañana de invierno a un costado cuelga el cartel que reclama un edificio propio. El viento sacude sus letras grandes como si gritaran.


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