sábado, 29 de abril de 2017

Revolución de la ternura

“Esto me pase por idiota, por hacerle caso a las pavadas y aflojar las convicciones para no tener que andar peleándome y que después me critiquen por mala onda”, se dice mientras observa por última vez la cara del mandamás del Vaticano que brilla de blanco en la pantalla de la computadora.

Ocurre que, como previamente le había informado la profesora de Historia que lo instó a “deponer prejuicios” y presenciar el evento, Francisco acababa de convertirse en el primer Papa que participa en una charla denominada “TED”. Lo hizo a través de un videomensaje de casi veinte minutos que fue transmitido en un encuentro en Vancouver, Canadá.

Él más o menos se bancó el moderno “evento” que su colega le recomendó hasta que escuchó de boca de Jorge Bergoglio que de lo que se trata es de poner en marcha una “revolución de la ternura”. O sea, no encerrarse en uno mismo, sino tener en cuenta a los otros, “que no son estadísticas o números” y otros frases del tipo de las que suelen aparecer en los consejos de autoayuda que ofrece la última página del diario.

“La ternura es el camino que han recorrido los hombres y las mujeres más valientes y fuertes…”, escucha y si no putea con fuerza mientras abandona la empresa y se levanta a preparar el mate es porque a un costado los más chicos se amontonan en el patio de los recreos. La verdad es que -filosofía barata por filosofía barata- prefiere la de su estudiante punk de cuarto año, quien todos los días le recuerda que en este mundo no hay lugar para los tiernos.


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