miércoles, 5 de abril de 2017

¿Coincidencia o consecuencia?

Dedicarse con un mínimo de atención a mirar la hilera de especialistas, funcionarios, opinadores y periodistas que desfila por los diversos medios de comunicación perpetúa la sonrisa entre amarga y designada. Sobe todo la tozuda competición que se ha entablado acerca de quién protege más y más verdaderamente a la “escuela pública”, o más directa y amicalmente: “la pública”.

La paradoja evidente es que ninguno de ellos se había preocupado demasiado por el tema de la -según prefieren nombrarla- “crisis educativa” hasta que la huelga docente se lanzó. Fue entonces que se volvió un “tema de actualidad” -“noticiable” como enfatizan los recibidos en la carrera de Comunicación social- y comenzaron a darle el valor que merecía. Una importancia intencionada, por cierto.

El año pasado y el anterior y el anterior muchos sindicatos docentes, sino todos, y de las más variadas jurisdicciones denunciaron que “las públicas” se llueven, los techos se caen, deben suspender días de clase por el estado en que se encuentran entradas, baños y pisos, por la ausencia de ventiladores y/o estufas, y millones de calamitosos etcéteras. Resulta difícil que algún medio grande los haya acompañado en la recorrida por las aulas en ruinas.

También alzaron la voz contra la reducción del presupuesto para educación, el aumento sistemático de los subsidios a “la privada” y la subejecución serial de las partidas para infraestructura.

Han elegido otros números. Por ejemplo aquel que fue tapa de los grandes diarios el sábado por la mañana: “Más de 8.600 alumnos dejaron la escuela pública en Provincia desde el 6 de marzo”, a continuación armaron el listado de los beneficiados colegios parroquiales. Y encima se animaron a escribir al comienzo: “¿coincidencia o consecuencia?” Jugando al distraído, como si -en lugar de la propaganda oficial- hubieran abierto el espacio para el debate o la reflexión.


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