lunes, 13 de marzo de 2017

Rehenes

Va de suyo, y por lo tanto ni siquiera vale la pena sentarse a charlarlo. Porque, es difícil, imposible, imaginar un docente en desacuerdo con que el objetivo central del sistema educativo debe ser el milagroso logro de que todos los alumnos puedan apropiarse de los conocimientos que se enseñan en las aulas, y de la mejor manera.

¿Qué otra cosa?

Sin embargo, resulta obvio también que para que cualquier cambio en tal dirección resulte valedero, suficiente, se necesita mucha organización y acuerdos claros y bien trabajados. En consecuencia, las escuelas deberían contar, por ejemplo, con equipos de conducción que tengan la posibilidad de recorrer las aulas y no estén atiborrados de papeleo, con docentes que se reúnan a discutir cómo llevar adelante una labor de conjunto, la implementación de parejas pedagógicas y maestros integradores que puedan sostener a los estudiantes que más lo necesitan, equipos de orientación escolar que den abasto para tomar y acompañar las situaciones que se les presentan. Y bueno, queda para el final por simple pudor, salarios como la gente.

Por eso al conjunto no le queda más que asentir cuando el rector sostiene que no se puede promover a los alumnos sin más, que no se puede aceptar que haya cada vez más alumnos que “pasen” sin aprender con el argumento de que -como indican ciertos “argumentos” oficiales- así le “cuestan” menos dinero al Estado, etcétera.

Está claro, además, que deben pensarse nuevas estrategias para mejorar los índices de sobreedad y repitencia… Hasta aquí todo bien. Pero a continuación al hombre no se le ocurre mejor idea que mentar los ciento ochenta días anuales de clases y acercar las palabras “chicos” y “rehenes” para que de inmediato los oídos de los docentes que lo escuchaban pacientes se cierren y los gestos se encrespen.

El rector lo advierte, hace una pausa, traga saliva e intenta seguir. Entonces el de Geografía levanta la mano como el policía que le ordena parar al automovilista, y le dice: “No nos quieras ablandar con palabras y contrabandear el objetivo final de tu discurso de bienvenida. Si el asunto es la huelga, desde ya te anticipo que mañana paramos todos…”.


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