La
conclusión obligada es que las estadísticas tienen esa fuerza, al menos en la
creencia de los funcionarios de gobierno. Porque en rigor de verdad poco es lo
que agregan, nada que ella o cualquiera de sus compañeros ya no sepa; pero una
vez más el truco consiste en hacer creer al conjunto de la población que la voz
autorizada vale doble.
Ocurre que acaba de recibir un correo electrónico que
reproduce los dichos del ministro de Educación, Esteban Bullrich. “El operativo
nacional de evaluación Aprender 2016 fue un éxito”, enfatiza la foto de su
rostro sonriente. A continuación agrega, con algunos eufemismos, que el boicot
llevado adelante por sindicatos de maestros y centros de estudiantes afectó
alrededor del diez por ciento del total.
Una pena, pero que no altera la validez de los resultados que de algún
tiempo se harán públicos.
Ella
piensa que, en realidad, esos resultados poco dirán. Entre otras cuestiones
porque, más allá de los gremios y las federaciones estudiantiles, sospecha que
fueron miles de alumnos y maestros que de manera individual y porque están
podridos de sentir que siempre son ellos los únicos evaluados, dejaron las
hojas en blanco o llenas de consignas pergeñadas en el acto o dibujitos irónicos.
Incluso muchos de los evaluadores, obligados bajo pena de castigo salarial o de
sumario, hicieron todo lo posible para estimular el rechazo. Le consta porque
ella fue uno de ellos.
Lo
peor de todo es saber que los números censales y muestrales de nada
sirven, pero que a las autoridades no
les importa, porque de lo que se trata en definitiva es de esgrimir una
coartada civilizada a la hora de intensificar el ajuste en curso.
Mientras
tanto sólo resta esperar un nuevo correo electrónico con una nueva carita
feliz, que dará continuidad al simulacro.
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