viernes, 28 de octubre de 2016

No hay un mango más

El recorte que brilla en el centro del pizarrón a la entrada de la escuela tiene un título con tipografía tamaño catástrofe junto a la foto chiquita de la gobernadora con cara de preocupación. Dice: “Se duplicará en dos años la deuda bonaerense”.

A continuación detalla que el gobierno de la provincia de Buenos Aires prevé que su deuda alcance los 200.000 millones de pesos en diciembre y el año próximo llegue a los 270.000 millones, si acuerda con la oposición el nuevo pedido de endeudamiento solicitado junto al presupuesto 2017. La cifra ha encendido una señal de alerta entre los que saben, porque implica que en sólo dos años se duplicará el stock de deuda pública que María Eugenia Vidal encontró al llegar al poder.

El suelto arrancado de una página de La Nación de esta mañana está allí como prólogo a la reunión de los papás cooperadores que se va llevar a cabo en una de las aulas del fondo dentro de un par de horas. En ese entonces los que fueron designados para ir a entrevistarse con las autoridades deberán explicar los resultados de su inútil gestión. Que, en el fondo, se sintetiza bien fácil; recibieron como respuesta a sus necesidades un encogimiento de hombres, caras de póquer y un “perdonen pero los avances que estamos logrando son siempre escasos ante la enorme demanda acumuladas; en fin, no tenemos un mango más para este 2016”.

Ellos habían ido buscando un  refuerzo de las partidas para que finalmente concluyan las obras de los baños. Y por eso los delegados se anticiparon pegando el recorte periodístico, como para dejar sentada su posición desde el vamos. Porque ya saben cuál será la inmediata, principal y razonable muestra de indignación colectiva. Que los economistas enciendan sus luces rojas por lo que llaman el “riesgoso nivel de endeudamiento”, ellos quieren algo menos espectacular, mucho más mezquino y plebeyo: que terminen de colocar los azulejos y que los techos dejen de gotear de una buena vez.


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