martes, 18 de octubre de 2016

Aprender 2016

Y ahora resulta que los responsables del derrumbe educativo ponen a los docentes en el banquillo de los acusados. Ésa fue la única conclusión posible del debate entre los maestros que por más de dos horas llenó la sala de profesores.

Eran casi veinte, como  nunca antes; no alcanzaron las sillas y los más jóvenes terminaron arriba de los bancos que trasladaron de urgencia y haciendo barullo desde las aulas. Hasta se terminaron bien rápido la yerba y los bizcochos. “No sabía que íbamos a ser tantos”, se disculpó la secretaria, espontánea encargada de los suministros indispensables para la reunión, mientras desempolvaba unos paquetes de galletas apilados en el armario, bajo una montaña de fotocopias, vaya uno a saber desde cuándo.

Otro de los puntos en el que todos coincidieron y acumularon indignación fue sobre el carácter ultrasecreto de las consignas con las que desde el ministerio piensan evaluar a los estudiantes. Porque la prueba, a pesar de su extensión, es prácticamente clandestina. Los padres no han sido informados sobre ellas, como tampoco los alumnos; no sobre sus contenidos específicos, claro, sino sobre su diseño general y lineamientos. Los docentes también han sido colocado al margen de la evaluación y transformados en simple “aplicadores” de una prueba estructurada por fuera de la escuela.

“Yo estoy acá desde hace tres décadas -dijo la supervisora que un rato antes aceptó el convite-. Vi pasar en la presidencia a Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde, los Kirchner y siempre fue lo mismo; la educación se hunde y estos tipos pretenden saltar vivitos y coleando sobre los escombros y endilgar el derrumbe a la comunidad educativa y, esencialmente, a los docentes. Ahora, con Macri, otra vez sopa.”


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