“Hay un toco de gente”,
dice la maestra trepada sobre los hombros de su amigo que seguramente
aspira a algo más y por eso hoy decidió perderse las horas extras para
acompañar a la mujer entusiasmada. “De a poco el tránsito por el centro porteño
comienza a complicarse a raíz del paro de los estatales y docentes”, dice en
ese mismo instante el locutor del noticiero televisivo, mientras señala en la
pantalla que cuelga a su espalda los muchos que se movilizan para reclamarle al
gobierno la reapertura de paritarias, la reincorporación de los despedidos en
las distintas reparticiones públicas y para expresar su rechazo al presupuesto
2017.
La esquina del
Congreso, en Rivadavia y Callao, ya registra el primer corte total por parte de
los estatales, y hacia allí camina la pareja buscando la columna del
sindicato bonaerense al que la joven pertenece. Pero todavía les falta un buen
trecho.
La columna de la
Asociación de Trabajadores del Estado, junto a otros gremios estatales y algunas
organizaciones sociales, desde las diez se ha ido concentrando en Avenida de
Mayo y 9 de Julio. Los gremios de las
trabajadores de la educación están en la otra punta, dispuestos a marchar directamente por Callao rumbo al Ministerio de Educación.
Y hacia allí enfila
ella tirando del brazo de él que la frena como burro empacado. “¿Y si nos
quedamos por acá? ¿No es lo mismo?”. Pero basta que ella lo mire un segundo para que, con una sonrisa de amarga resignación, deponga su dureza y las
piernas se le aflojen. “Dale, dale…”, lo apura la mujer ni bien nota que él ya
no se resiste.
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