Se
mete las manos en los bolsillos, da vuelta y comienza a caminar despacio hasta
la facultad. Ninguno de sus compañeros se quiso prender para acompañarlo. La
verdad es que a él la Roussef poco le importa. Fue una ráfaga que, durante un
par de años, pareció traer alguna diferencia a la vida de todos los días. Pero
el impulso duró lo que un pestañeo, y a poco andar las cosas se habían
acomodado según la rutina de siempre. Barranca abajo. Así que él se asomó más
que nada por curiosidad, para ver qué decidía el Senado y cómo reaccionaban los
que se habían ido juntando desde la primera hora.
Pero
resultó que eran muy pocos y encima el conjunto había asumido que las cartas
estaban echadas, de modo que la presencia era más simbólica que otra cosa.
Algunos insultos al aire, algunos cartones encendidos, poco más. Triste. El
Partido de los Trabajadores convocó a muy pocos trabajadores, no pudo o no
quiso; y a ninguno de sus dirigentes se le pasó por la cabeza llamar a una
huelga o algo así, como para darle alguna carnadura a la denuncia de golpe.
Él
decidió volverse ni bien se rumoreó que dentro de un rato juraba como
presidente Michel Temer. También está todo anunciado. Seguramente el lunes se
van a poner en marcha los recortes que con anticipación han sido aprobados en
el Congreso y que afectan a sectores claves como la salud y educación. Según
estiman los diarios del día, la inversión para las Universidades bajará un 45 %
en 2017, casi la mitad.
Resulta,
pues, que es como le había anticipado su amigo. Más allá de la retórica de los
periodistas no se trata de un capítulo que termina, sino más bien de uno que
recién empieza, y habrá que prepararse en consecuencia.
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