En
el fondo piensa que las tomas de los colegios nunca volverán a ser
las mismas. No porque falte ímpetu en los estudiantes, ni porque los
profesores -al menos los más despiertos y sindicalizados- hayan
dejado de mostrar su solidaridad frente a cada iniciativa. Tampoco
por la consideración de que si más establecimientos fueran ocupados
por sus alumnos la fuerza del reclamo crecería exponencialmente, ni
por el deseo de que se multipliquen por diez los que concurrieron a
la marcha hacia la jefatura de gobierno el martes pasado. Todas esas
cuestiones forman parte del deseo y de un futuro posible acorde al
desarrollo de la protesta. ¿Quién no quiere cantar cada día somos
más cuando se intenta imponer alguna reivindicación?
Hasta
que finalmente sincera su malestar cuando le llega el turno en la
ronda del mate. Confiesa entonces: qué cagada que lo echaron a
Eduardo Feinman de C5N, no sabés cómo extraño esas agarradas
nocturnas entre el populista facho que habla en representación del
sentido común de la humanidad y los activistas estudiantiles que se
defienden y contratacan como karatecas ninjas. A veces me quedaba tan
caliente con las agarradas que después no podía dormir y repasaba
argumento tras argumento las mejores respuestas posibles para
entrarle a cada tema y qué se volvieran claros para el conjunto de
la gente, que mucha idea no se hace del karma que es cursar en una
secundaria que se viene abajo y donde, encima, pretenden engrupirte
con supuestas reformas de planes de estudio que siempre terminan
resultando para peor.
Y
el tipo mal o bien nos daba espacio para la confrontación... Era un grosso. No
sabés con que melancolía dos por tres busco en youtube algunas de
aquellas épicos enfrentamientos. ¡Volvé, Eduardo Feinman! ¡Volvé
que te perdonamos!
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