El plan de lucha de la
docencia universitaria, que se desplegó en el primer cuatrimestre de 2014, es
sin duda la más importante desde 2005, al convertirse en un gran movimiento
nacional.
Esta es la novedad. El
hartazgo de los docentes a un salario a la baja durante los últimos cuatro años
y el congelamiento salarial del primer semestre fueron el combustible que
hicieron volar por el aire la paritaria de 16 meses que suscribieran el
Ministerio de Educación, el Consejo Interuniversitario Nacional, Conadu/Feduba,
Fedun/ Aduba, Ctera, Uda y Fagdut.
El inicio de nuestro
plan de lucha empalmó con la lucha de los restantes niveles educativos: la gran
huelga de los docentes de provincia de Buenos Aires y Salta. La devaluación del
30% y una inflación que ya superó el 40% anual provocaron este temprano inicio
de nuestras acciones.
La cerrada negativa del
Gobierno a reabrir las paritarias prendió la chispa del paro en la Universidad
de Tucumán que el 23 de mayo lanzó la huelga general por tiempo indefinido.
Esta mezcla de
congelamiento, devaluación, inflación junto con la acción propia de los
docentes se tradujo en la primera victoria de la huelga tucumana. Desde el 14
de junio al 3 de julio, convocada por la Conadu Histórica, se desplegó la
huelga nacional de los docentes universitarios donde 90 mil trabajadores
expresamos nuestro rechazo a las sucesivas ofertas del Gobierno y la necesidad
de continuar con el plan de lucha para recuperar nuestro salario. Al día de hoy
se encuentran en paro Tucumán, Salta, San Luis y Luján demostrando que la
continuidad del plan de lucha es una necesidad nacional.
Un
rechazo masivo. La firma de una minoría
Una vez más, CONADU,
Fedun, Fagdut, Ctera y Uda firmaron el acta. Pero lo hicieron expresando solo a
una minoría de los docentes. La mayoría de las asambleas realizadas desde Jujuy
a Río Gallegos, desde Cuyo a Misiones, rechazaron una y otra vez las ofertas
del Gobierno. Si se computan estos rechazos y no las intenciones de las cúpulas
burocráticas, se ve que más de 90 mil docentes, cualquiera sea del sindicato en
el que se nuclee, le dijeron no a la oferta salarial del Gobierno. Pero sobre
todo le dijeron no a una nueva paritaria extendida desde noviembre de 2014 a
julio de 2015 que quieren imponernos los rectores y el Ministerio de Educación.
La experiencia de
congelamiento salarial vivida este año está grabada a fuego en nuestra memoria.
Sin
convenio
Las burocracias
sindicales docentes tampoco pudieron suscribir el tan promocionado Convenio
Colectivo de Trabajo, por la sencilla razón de que, a pesar de las concesiones
realizadas, las patronales universitarias y el Ministerio de Educación se han
negado a suscribirlo. 35 rectores hicieron reservas (es decir, se niegan a
aplicarlo total o parcialmente). El Consejo Superior de la UBA se niega a
suscribirlo. Y el Ministerio de Educación no aportó los fondos para pagar
retroactivamente a mayo las cláusulas salariales, como la de jerarquización,
títulos y nomenclador.
Por lo tanto, los
docentes universitarios seguimos siendo el único sector de los trabajadores del
país que no tenemos un Convenio de Trabajo único y de aplicación obligatoria.
Entonces, ¿por qué, si
los salarios son tan miserables que necesitan crecientemente de la garantía
salarial (que cobran entre otros los docentes de los demás niveles de la
provincia de Formosa), y no se suscribe el Convenio de Trabajo, las burocracias
sindicales suscribieron el acta salarial?
La respuesta es simple:
quieren dejar pasar el ajuste. Y esto tiene su precio. Hubo 43 millones de
razones para que la Conadu, Fedun, Ctera, Uda y Fagdut lo hicieran. Estos
aparatos sindicales pasarán por la caja del Ministerio a percibir la
astronómica cifra de 43 millones de pesos por haber hecho este servicio.
30 millones en concepto de “cuota solidaria”, nunca tan
bien denominado este soborno ya que el Gobierno ha sido más que solidario con
sus amanuenses. 13 millones en concepto de capacitación. Y 3 millones que
denominan en concepto de seguridad e higiene, suma irrisoria frente a las
condiciones de trabajo de los docentes de todo el país. No es más que el precio del silencio frente a
tal derrumbe.
Sileoni
pretende que se terminen las luchas
Ante la envergadura del
soborno, la imposibilidad de cerrar el conflicto docente en todos los niveles,
el ministro de Educación exige a las burocracias “que no se pierda un día más
de clases”. Repudiamos estas declaraciones que son una extorsión, pero que a su
vez demuestran su impotencia. Trasladando nuestra paritaria a julio, Sileoni
había buscado separar el reclamo universitario del reclamo docente general. Ese
escenario ahora se le vuelve en contra, pues la docencia de diversas provincias
sale a la lucha por la reapertura de las paritarias mientras todavía no ha
podido cerrar la lucha universitaria.
Insistimos: lo novedoso
es que 90 mil docentes fuimos a la huelga y estamos dispuestos a sostener la
continuidad del plan de lucha. Para ello, el primer paso es superar a las
burocracias sindicales que engañan y traban constantemente la organización y
lucha de los trabajadores docentes. Necesitamos de una mayor coordinación
nacional, de extender al conjunto de la docencia un pliego único de
reivindicaciones y, sobre todo, de un congreso de asociaciones de base,
delegados, activistas, sectores y listas, dispuestos a llevar la lucha adelante
hasta reabrir las negociaciones salariales y suscribir un Convenio de Trabajo,
único y nacional, que garantice la estabilidad y la carrera docente.
Seguimos luchando por
reapertura de la negociación salarial; 40% retroactivo; salario básico de
$8000; Convenio Colectivo de Trabajo único, nacional y obligatorio; estabilidad
y carrera docente; eliminación del impuesto al salario y del tope a las
asignaciones familiares.
Que la crisis no la
paguen los docentes, la educación pública ni los trabajadores sino quienes la
provocaron. Es por eso que, como lo declaró el Encuentro de Asociaciones de Base
es necesario un paro general de los trabajadores de todos los sectores.
Asociación
Gremial Docente de la Universidad de Buenos Aires (AGD-UBA)
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