domingo, 2 de junio de 2013

Macroeventos deportivos: nueva forma de control social y territorial en Brasil


(Por José Manuel Rambla. Otramérica)- El deporte es uno de esos raros fenómenos sociales capaces de desatar las más intensas pasiones. Por ello, no es extraño que el actual capitalismo postindustrial y especulativo lo haya convertido en pieza clave para ese modelo de desarrollismo de los grandes eventos que ha ido promoviendo en las últimas décadas a golpe de Expos, Cumbres, afamadas regatas o competiciones de Fórmula 1. Y por encima de todos, convertidos en el más luminoso objeto del deseo, las Olimpiadas y los Mundiales de fútbol. Las más diferentes ciudades de todo el mundo pugnan por convertirse en sede de estos macroeventos que presentarán a sus respectivas ciudadanías como la gran oportunidad para proyectarse internacionalmente, remodelar su urbanismo y dinamizar sus economías.


Negocios y deporte se fusionan así  para desatar un tsunami de emociones en el que los números de la contabilidad son tanto o más asombrosos que las gestas de los atletas. Un tsunami que con su elección para la organización del Mundial de Fútbol en 2014 y las Olimpiadas en Rio para 2016, viene azotando a un Brasil que ve ambas fechas como la reválida definitiva a su entrada en el selecto club de los ricos. Las cifras previstas parecen justificar por sí solas las ilusiones.  Según un estudio realizado por la consultora Ernest & Young  en colaboración con la Fundación Getúlio Vargas,  la organización de la Copa implicará para Brasil un gasto de unos 29.600 millones de reales (11.000 millones de euros), una cantidad compensada por 3,6 millones de empleos anuales por los preparativos, que a su vez distribuirán una renta entre la población de 63.480 millones de reales (24.100 millones de euros), además de generar una recaudación tributaria adicional de 18.130 millones (6.886 millones de euros). Así mismo, se espera un incremento del flujo turístico del 74%

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