viernes, 21 de junio de 2013

Brasil se sacude como perro que ya no soporta las pulgas

Las protestas continúan y se agigantan, casi al mismo tiempo en que las ciudades brasileñas anulan, cuando quizás ya sea tarde, las alzas de las tarifas de transporte público que echaron la nafta al fuego.
       
Rebota ahora mismo, en el parlante de la radio, según escucha entusiasmado mientras se calza para ir a la escuela Otras dos de las metrópolis más grandes revocaron las alzas de las tarifas de transporte público que contribuyeron con el comienzo de las mayores protestas realizadas en el país en varias décadas. San Pablo y Río de Janeiro anunciaron la decisión ayer, miércoles, pero todavía no lograron sacar a la gente de la calle.

Las manifestaciones ya no se conforman con haber alimentado un movimiento en contra del aumento del transporte; a poco andar se han agregado otros reclamos, como la corrupción del gobierno, la inequidad, el empeoramiento de los servicios públicos, la violencia de la policía y los gastos desmedidos para el Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. La catarata de gases lacrimógenos que la policía arroja todos los días sobre los manifestantes, los palazos y las detenciones no han hecho sino enardecer al conjunto de la población, sobre todo a los históricamente más castigados y postergados, los jóvenes.


Cuando la madre le grita que se ponga otro calzado, más decente, ¿cómo va a ir a la escuela con las zapatillas más rotas y viajas?, el muchacho la mira y sonriendo le contesta: ¿Qué mejor cuando haya que salir corriendo?


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