miércoles, 12 de diciembre de 2012

Basta de asesinar a los pueblos originarios


“Repudiamos el asesinato de Celestina Jara y su nietita Lila, integrantes de la comunidad Qom de Formosa. Exigimos juicio y castigo al gendarme que las mató y el cese de los ataques a los pueblos originarios por defender su legítimo derecho a la tierra”, dice el encabezado de la declaración de la Asociación del Magisterio de la Provincia de Santa Fe (AMSAFE), seccional Rosario. Y continúa:

El domingo 9 de diciembre fueron atropellados en forma intencional por el gendarme Walter Cardozo en la Ruta 86, tres integrantes de la Comunidad Potae Navogoh (La Primavera). En la moto que recibió el ataque se desplazaban Ricardo Coyipé, reconocido defensor de los derechos del pueblo Qom, su esposa Celestina y su nietita Lila, de tan solo 10 meses. Celestina falleció inmediatamente, la niña, unas horas después.
Según explica Ricardo, luego de que volaran por el aire y se golpearan contra el asfalto su esposa y su nietita, el gendarme Walter Cardozo descendió del vehículo, se le acercó hacia donde él estaba tendido, lo insultó y comenzó a golpearlo exigiéndole que no realizara ninguna denuncia.
Mientras tanto, la policía argumenta que fue un accidente y la justicia abrió una investigación a la que caratuló como “homicidio culposo”. Esa misma policía que habla de “accidente” es la que por orden del gobernador Gildo Insfrán reprimió hace dos años a los integrantes de la comunidad en la Ruta 86 mientras se manifestaban por su derecho a la tierra. En esa represión fue asesinado Roberto López, uno de los integrantes de la comunidad. También apareció un policía asesinado, y aunque los únicos que portaban armas eran los integrantes de las fuerzas de seguridad, el juez Santos Gabriel Garzón procesó a diez compañeros de los pueblos originarios. Hoy ese juez es el que interviene por la muerte de Celestina y Lila y el que ha abierto una investigación partiendo de la premisa de que este crimen fue involuntario.
Los ataques a la comunidad La Primavera comenzaron en el preciso momento en que sus integrantes salieron a la lucha por la recuperación de sus territorios ancestrales ocupados por terratenientes que se dedican a los negocios sojeros y que cuentan con el respaldo del gobernador Gildo Insfrán.
Tras la represión y la negativa del gobernador a atenderlos, el cacique Félix Díaz permaneció durante seis meses acampando en la 9 de julio esperando ser escuchado por la presidenta, que jamás se entrevistó con él. Sólo cuando esta situación tomó estado público por haberse hecho la denuncia ante organismos internacionales, Félix fue atendido por el Ministro Randazo. Pero de nada sirvieron las gestiones hechas por distintos organismos de derechos humanos que lo acompañaron y respaldaron en su lucha, ni las actas firmadas por funcionarios del Poder Ejecutivo en las que se comprometían a respetar las leyes que amparan a los pueblos originarios y a protegerlos de la violencia que sobre ellos ejercen las fuerzas de seguridad y las patotas que mandan los terratenientes, porque los ataques continuaron una y otra vez.
Las políticas extractivas se siguen imponiendo a costa de aplastar a los más débiles y de reprimir a los que se resisten a ellas.
Amnistía Internacional, el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH) y el Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels) son sólo algunos de los organismos de derechos humanos que han denunciado al gobierno de Formosa.
En diciembre de 2011, la máxima autoridad de Naciones Unidas (ONU) en materia indígena, James Anaya, visitó la Argentina. Recorrió una decena de provincias, entre ellas Formosa. En julio pasado hizo público su informe relacionado con la inseguridad jurídica de los pueblos indígenas sobre sus tierras ancestrales y denunció el desmonte y el avance de la frontera agrícola como los causales de la pérdida de grandes extensiones de territorios, así como también los efectos nocivos en la salud por el uso de agrotóxicos para la fumigación de cultivos.
Nunca la presidenta, ni ningún funcionario de primera línea repudió la represión de noviembre de 2010 ni los sucesivos hechos de violencia contra los pueblos indígenas de Formosa, que incluyeron ataques con objetos cortantes y armas y el atropello intencional con vehículos que sufrieron el cacique Félix Díaz y su hijo.
Exigimos al gobierno nacional que tome cartas en el asunto, porque no se puede mirar para otro lado cuando el gobierno de Formosa atenta a diario contra la vida de las personas y no respeta las leyes con las que la misma Constitución Nacional ampara a los pueblos originarios. La justicia de Formosa ha demostrado ya qué intereses defiende. Deben ser otros tribunales los que juzguen estos crímenes para ponerle fin a tanta impunidad.
Sólo restituyéndoles sus territorios y haciendo cumplir las leyes, se hará efectivo respeto por los derechos de los pueblos originarios.

Ver sobre el caso la nota de Darío Aranda, Formosa, la democracia ausente, artículo que permite entender también por qué persiguen al periodista en Página 12.



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