jueves, 3 de marzo de 2011

Sin motivo aparente, de Bob Rafelson

Los aficionados a las historias del llamado “policial negro”, que no hacen gran diferencia a si las mismas toman el formato del libro, el cine, la serie de televisión o el cómic -porque lo que importa mayormente son las acciones que se cuentan y cierto tipo de personajes y escenarios- suelen confeccionar listas para no perderse ninguna de las versiones de los clásicos del género que fueron volcados a la pantalla grande. Pues bien, aquí les soplamos un caso que no es común que sea tenido en cuenta.
Se llama en su versión castellana Sin motivo aparente, No Good Deed en el original; la filmó Bob Rafelson en el 2002 y está inspirada en un relato corto de Dashiel Hammett aunque rápidamente aggiornado como para que entre una rusa que viene escapando de la onda expansiva que produjo la caída del Muro y alguna que otra referencia a las nuevas tecnologías.

Es la historia de un sencillo policía, Jack (Samuel Jackson), que se prepara para descansar y dedicarse a tocar el cello, cuando una vecina le pide que busque a su hija desaparecida. El azar hará el resto a partir del momento en que el pobre y diabético Jack impulsado por la tarea encomendada vaya a golpear la puerta detrás de la cual se trama el asalto a un banco.
No hay mucho para destacar, aunque si algunos toques, como cuando la linda Milla Jovovich sube el pie sobre el banquito para mostrar en la falta de su dedo medio del pie derecho la evidencia de por qué no ha plantado todavía al galán que la posee. El final remite tanto, pero tanto, al macho que hace de corazón tripas y procede a la entregada de la mujer a la justicia como míticamente ocurre en el cierre de El halcón maltés que empalaga mal.
Algo de humor, una catarata de muertos mientras cae el telón; en fin, Rafelson ya ha transitado bastante el género como para aspirar a tan poco.

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