jueves, 10 de marzo de 2011

La felicidad

Con el vendaval del optimismo que debería envolvernos a todos los argentinos gracias a los carnavales financiados oficialmente y regenteados por La Cámpora, el ministro Amado Boudou con su guitarra y el resto de la burbujeante comparsa de gobierno, más la alegría salpimentada de sana envidia hacia los millones que se remojan las patas en el mar cada fin de semana largo según cuenta la prensa comercial, otro punto interesante para destacar, y que es complementario al súbito florecimiento de tanta felicidad criolla, son los múltiples discursos nacionales, provinciales y municipales que desde comienzos de marzo se repiten para demostrar lo bien que estamos.


El ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich, por ejemplo, es entrevistado en la televisión y asegura que nunca nadie gastó tanto en educación como el gobierno de Mauricio Macri; la presidenta Cristina Kirchner afirma con voz alta que, pese a los agoreros, la Argentina está pasando el mejor momento de su historia y que va a seguir para arriba por una década más, por lo menos; hay un afiche de los socialistas que enfatiza “ya cambiamos la ciudad de Rosario y la provincia de Santa Fe, ahora vamos por el país”; Daniel Scioli desafía a quienes quieren serrucharle el piso y lo acusan de derechista que le demuestren que la provincia de Buenos Aires alguna vez estuvo mejor que ahora y qué gobernador ha cosechado un índice de apoyo mayor en ese territorio, y así siguiendo y siguiendo.
Pintan una nación tan perfecta y feliz que a uno lo obligan casi a sentirse extranjero. En fin, el requisito en estos días que corren para acercarse mínimamente a la verdad es alejarse de la campaña de propaganda fácil que seguramente se va a ir agigantando como bola de nieve que cae por la ladera a lo largo del 2011.


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