viernes, 4 de febrero de 2011

Déjame entrar, de Tomas Alfredson

Basada en la novela de John Ajvide Lindqvist, Déjame entrar (Let The Right One In) cuenta la vida de un chico solitario, Oskar, maltratado en el colegio y cuyos padres tienen una relación no muy clara. Hasta que aparece una vecina, más o menos de su edad, a quien cada tanto encuentra por allí cubierta de sangre, en un pueblo donde hace un tiempo se vienen sucediendo algunos terribles asesinatos y otros hechos inexplicables. Pero en el fondo se parecen y, a su manera, se ayudan, hasta que ella desaparece, hasta que vuelve para un final bárbaro.


 La película fue dirigida en el 2008 por el sueco Tomas Alfredson, todavía se la encuentra en algunos cines de por acá donde, curiosamente, se la supo “catalogar” dentro del “vampirismo romántico”. Una tontera, porque lo más interesante del relato es esa atmósfera del barrio pobre, descuidado, los departamentos precarios, los pibes con pocos recursos, las escuelas de directivos indolentes, los adultos cansados y encerrados en el círculo de las charlas mínimas y de compromiso, el alcohol, la televisión estúpida y otra vez al trabajo.
Cuentan que están rodando una versión estadounidense a cargo del mismo director de Cloverfield; se anticipa que la historia será más o menos la misma y la carga social de trasfondo esta vez se situará en la era Reagan y la topadora “neoliberal” de los años ochenta, como si el hoy -aquí, allá y en todas partes- no ofreciera el mismo mundo para su representación
Alguna escenita de más, como el ataque de los gatos o la paciente que se incendia, sobra también cierta música melodramática, pero el filme tiene lo suyo y vale.


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