viernes, 3 de diciembre de 2010

Una pálida esta ciudad

Las jergas de cualquier tipo, los usos y arpopiaciones de la lengua por parte de algún sector social particular, encierran un conjunto de complejidades que no vuelven fácil su descripción y definición. La refuncionalización de ciertos vocablos y giros, la invención de términos, los énfasis variados, las “anomalías” sintácticas, etc. alimentan esa complejidad. Pero como los medios de la comunicación masiva y la industria cultural son por lo general amigos de lo simple, para dar cuenta de un juego lingüístico de tal naturaleza -de un cierto sector juvenil urbano, en este caso- liquidan la cuestión con dos o tres palabras clave y alguna vocal más o menos alargada, que se convierten entonces en una especie de dedo índice fluorescente que apunta automáticamente hacia el estereotipo.
Todo esto viene en referencia a que de pronto volvimos a reencontrarnos con el término “pálida” que supo hacer furor a comienzos de la década del setenta en esta bendita Buenos Aires con la pretensión de hacer justicia con la impiadosa urbe de cemento. La palabra traducía una idea importada pero que incluso se exportó a través de los representantes de la música grabada del “rock nacional”.


Así “La pálida ciudad” de Billy Bond y la Pesada del Rock and Roll,  o “esta pálida ciudad” cantada por los Sui Generis en su ultrapegadizo y conocido “Lunes otra vez”… Más allá de los ejemplos ilustres “es una pálida”, ¡qué pálida”, terminaron (por un tiempo breve es cierto) convirtiéndose casi en una focalizada contraseña generacional. Gracias a la magia de la Internet nos topamos con un  disco simple perdido de La Máquina, la banda que lideraron Raúl Fernández y Enrique Díaz, y que sólo dejó grabado un “sencillo” en 1973 de dos caras antes de presentarse un par de veces con Pappo y disolverse luego en las aguas de un Vox Dei que buscaba la resurrección. Esta banda señera del oeste bonaerense grabó en el lado a del disco en cuestión su “Blues para Ramos Mejía” y en el b, precisamente, “La pálida del rock and roll”: (“Todo el día, siempre, todo el día y toda la vida de rock me quiero alimentar”, y el cierre: “Un lugar acá en el campo, me quiero desurbanizaaar…”).
Como toda fórmula tan fuertemente estereotipada hoy mueve a risa. Aunque quizás no esté de más invocarla ahora que con el verano el asfalto, los grandes edificios y las aglomeraciones de tránsito vehicular y de personas se vuelven particularmente densos e indeseablemente pegajosos.

El disco mencionado se consigue acá:


1 comentario:

  1. Un temazo ese de La Máquina, hace rato lo estoy buscando. Gracias por el dato.

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